El arte del regateo (Fauja Singh - Amritsar, 15 de marzo de 2018)

Hay penas que duelen más de lo que un ser humano es capaz de explicar. Esta mañana ha muerto la madre de Fauja Singh. No sabe encontrar consuelo. Su mujer y sus hijos no son apoyo suficiente. Su padre falleció el año pasado, pero el vínculo con su madre era mayor. El dolor también lo es. Fauja no halla dónde apaciguar su sentimiento de incomprensión. La muerte de un ser querido supone una revisión de todas las creencias. De repente, Fauja Singh ve como su mundo carece de sentido. Los familiares intentan sosegar su ánimo advirtiéndole de que estas desgracias le ayudarán en el futuro a recomponer su alma. Él sabe que no es cierto, que las estocadas del destino, aunque previsibles, no sirven para nada más que para lastimar el alma.
Los mercadillos en Amritsar no pierden vigencia. Fauja Singh no es un asiduo, pero, de vez en cuando, se deja caer para ver si hay algo que le pueda interesar. Hoy, cómo no, también hay mercadillos. A pesar de lo extraordinario del día, Fauja abandona el velatorio para acudir al templo del regateo. Necesita evadir la tristeza de su cabeza, no le importa lo que puedan pensar los familiares y los amigos de su madre. Nadie siente más su pérdida que él. Es el momento de una evasión de ese ambiente de llanto, por leve que sea la huída.
Fauja se confunde entre la multitud del mercadillo. Se hace hueco entre el barullo para poder ojear las mercancías que ofertan los cientos de tenderetes que inundan las calles. De pronto, se detiene ante un objeto en particular. Le llama la atención sobremanera. Es una reliquia. Eso cree Fauja Singh. Un objeto que no merece estar en un puesto de mercadillo, sino en un altar. Fauja lo observa con detenimiento. Es un tigre tallado en madera. No ocupa más que una palma, pero la calidad del tallado es asombrosa. No obstante, lo que retiene el interés de Fauja no es el trabajo del autor, sino una inscripción en el abdomen del felino. Está en sánscrito: अपमानात्प्राणत्यागो विशिष्यते  ("es mejor la muerte que la deshonra"). Es una frase de consuelo para Fauja. La virtud marcó del devenir de la vida de su madre hasta su último día en la Tierra. Quiere ese tigre.
—Perdone, ¿cuánto cuesta este tigre?
—Mil gandhis.—El dueño del tenderete se refiere a mil rupias, llamadas por él así por la cara de Mahatma Gandhi que figura en el dorso del billete.
—Imposible. No daría más de quinientas rupias.—A Fauja Singh no le parece demasiado caro, pero debe regatear. Es ley de vida en estos mercadillos. Ese precio que le piden es lo que le podría costar una cena para una persona en un restaurante de postín. Quiere dejarlo en un menú del día. 
—Tengo que mantener una familia, no puedo andar con juegos. Te lo dejo por ochocientas rupias.
—¿Ochocientas rupias? Eso sí que es un juego. No puedes ofrecerme eso. Es un insulto. Es un precio para turistas ingleses. Yo soy de aquí. Me insultas. Te doy seiscientas rupias.
—No puedo bajar más de las setecientas cincuenta rupias. Perdería dinero si te bajo más el precio.—El mercader quiere parar de ceder.
—Setecientas y no se hable más.—Órdago de Fauja Singh.
—De acuerdo, el tigre es tuyo.
Fauja Singh envuelve la pieza de madera en papel y abandona el puesto. Con las yemas de los dedos recorre suavemente el talle, percibiendo la perfección de las rayas del tigre y, por encima de todo, la inscripción en sánscrito. Parece que todo vuelve a cobrar sentido.  

3 comentarios:

  1. Hola! Gracias por pasar por mi blog. A mí también me gustó mucho el tuyo. Bastante creativo, sobre todo esta idea de los personajes... Y muy linda historia!!
    Te mando mis saludos.

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  2. http://solomividaymispensamientos.blogspot.com/ Hoy se estrena: Vamos a jugar a querernos... el que se lo crea... PIERDE

    Ojala te guste mi blogg

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  3. Interesante historia y me resulto extrano que se desarrolla en la India hable del regateo y otras costumbres y este en espanol

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