El comunicado (Latif Seck - Dakar, 15 de marzo de 2018)

—Nosotros, Cákon-Wanosan, el grupo para la liberación del pueblo de Casamança, reconocemos la autoría del asesinato de ayer. Abou M’Baye ejerció desde la tiranía su mandato sobre el territorio del Estado artificial de Senegal. La opresión a la etnia diola, limitándola en sus derechos fundamentales, y su nula voluntad por el diálogo conciliador nos han obligado a tomar medidas drásticas. Su muerte es sólo el principio. Cákon-Wanosan exige la independencia sin condiciones de Casamança. No queremos consultas populares, no queremos referendos de autodeterminación. La idependencia es la única solución. No contemplamos alternativas. Nos apoya el Gobierno de Guinea-Bissau. Si no obtenemos nuestro objetivo, Senegal, la nación opresora del pueblo diola, sufrirá las consecuencias. Nuestros camaradas derramarán su sangre con orgullo por la causa. ¿Está Senegal dispuesto a derramar su sangre por seguir con esta represión? Casamança Povo Livre!.—Las imágenes que emite la televisión pública estremecen a todo Senegal. Latif está atónito. Lo sabía, pero no encaja la confirmación de la autoría del magnicidio por boca de los terroristas. Tres encapuchados con metralletas en mano posan delante de la bandera independentista de Casamance. El del centro, que parece que lleva galones de coronel en su traje militar, ejerce de portavoz. En el bar sólo se escucha un comentario: “¡Tremendos hijos de puta!”. 
Abou M’Baye no era ningún santo, era un político. Estaba haciendo las cosas relativamente bien, en opinión de Latif, pero tenía un pasado turbio. Desde luego, la gente llora más su muerte por lo que desencadenará que por el aprecio personal que le tenían a su presidente. Latif, wolof como M’Baye y la mayoría de senegaleses, se imagina lo inevitable: una especie de guerra civil. Sin decir una palabra, Latif Seck abandona el bar apresuradamente. Tiene que hacer algo ya para que la ola de violencia que está a punto de surgir no le estalle en la cara. La única alternativa que se le ocurre es la de abandonar el país. El destino: París.  
Latif entra en el locutorio del barrio al que suele ir cuando chatea con sus familiares en Francia. El local está abarrotado. Tendrá que esperar para poder comprar los billetes de avión por intenet. Tiene dinero ahorrado, aunque no sabe si el suficiente para pagar el vuelo. 
—Amigo, si vienes a comprar billetes para escapar, tal vez no queden cuando te toque a ti. Toda esta gente llegó en avalancha tras emitirse el comunicado de los terroristas.—El encargado del locutorio se dirige a Latif con una mirada de desprecio. 
Mientras aguarda su oportunidad, Latif elucubra sobre su destino. Está libre de cargas: sin pareja y sin hijos; tiene 22 años, suficientemente joven para volver a empezar lejos de su país; y, lo que más le ilusiona, cree que aunque no sea un futbolista de calidad, tiene futuro en el balompié. Planea, uno a uno, sus futuros movimientos. Tendrá que quedarse en casa de sus primos de La Villette. Ellos, probablemente, esperan su visita. Luego intentará probar en alguno de los equipos de la capital francesa que sean asequibles para él. El Red Star de Ouen puede ser una excelente alternativa, es un equipo venido a menos en busca de la gloria pasada. Factible.  
Sólo hay optimismo en la cabeza de Latif. Hasta el día de hoy, siempre ha procurado llevar una vida recta, sin lugar para los malos hábitos. El Corán ha sido su guía en el momento de tomar decisiones controvertidas. Alá debería de acordarse de él.

1 comentario:

  1. ¡Pobre Latif!.
    Vive en un rinconcito del mundo algo turbio y revuelto y albergando en su cerebro, ilusiones de ídolo en un lugar mas tranquilo.
    Le deseo suerte!... y una vida larga . La va a necesitar.

    Saludos.

    ResponderEliminar