Cuando la Tierra gira (Li Fang - Hong Kong, 15 de marzo de 2018)

Fang tropieza con la muchedumbre acelerada que desgasta las aceras de Kowloon. Los roces se convierten en golpes más veces de lo esperado, pero ella no detiene su caminar hacia ninguna parte. El corte en la mano le duele, aunque pudo completar sin problemas su jornada laboral. Precisamente hoy, Fang está deprimida como nunca lo había estado. Su trabajo la consume día a día y la indiferencia con la que Ho premia su amor le llenan la mente de tristeza. Y resignación. 
El paso de Fang es lento. El bullicio del tráfico y los viandantes desaparece en su percepción sesgada de la realidad. Sus padres le están esperando para la cena. Una familia tradicional que no perdona las impuntualidades y que, difícilmente, digiere un improvisado cambio de planes. Los Li seguramente estén especulando sobre el paradero de su hija. Fang sólo piensa en por qué tiene que afrontar un nuevo día, cuál será su motivación para levantarse mañana de la cama e ir a cumplir con su trabajo. 
De repente, alguien la detiene. Fang nota la presión de una mano en su brazo izquierdo. Se gira levemente para ver quién reclama su atención. Es un anciano, bajito y desaliñado, con unos llamativos ojos saltones.
—¿Por qué no quieres escucharme? Nadie me escucha.—
—¿Perdón? ¿Quién es usted? Le ruego que me suelte, por favor.—Educadamente, Fang quiere quitarse de encima al espontáneo.
—No importa quien sea yo, importa lo que viene. No nos queda mucho tiempo. Te lo advierto. El final se acerca. ¡Nos queda poco! ¡Haz lo que debas! Recuerda: ¡haz lo que debas!—El viejo grita de forma desmedida con aires de profeta.
Fang vuelve a encauzar su caminar y abandona al anciano en medio de la multitud. Los alaridos del desconocido han puesto a Fang un poco nerviosa. De hecho, ahora, sólo piensa en los enormes ojos marrones del loco callejero. Le miraba fijamente, como si la conociese de algo. 
Unas imágenes de disturbios en las pantallas de una tienda de electrodomésticos llaman la atención de Fang que, por segunda vez en su deambular, se detiene. Disturbios en Senegal. La muerte del presidente ha dado pie al caos en el país africano. Fang ve cómo la violencia se apodera del país y cómo las fuerzas del orden no pueden cumplir con su misión. "Caos absoluto" repite una y otra vez el reportero de la BBC, Paul Owen. El rostro de pánico del periodista le recuerda la imagen del anciano. 
Fang se queda absorta ante los televisores del establecimiento de electrodomésticos. No hay censura. Las atrocidades que ve Fang hacen que no parpadee. "Haz lo que debas", le decía el viejo. ¿Qué es lo que debo hacer?, se pregunta Fang. Los senegaleses parece que tienen claro por lo que se golpean con tanta vehemencia, ella ni siquiera tiene motivaciones para seguir adelante con una vida previsible y rutinaria. Quizás necesite una revolución, enfrentarse a sus problemas y cambiar la situación. Aunque no algo tan drástico como lo que hacen los senegaleses exaltados. Desde luego, Fang no encuentra sentido a su vida. Tiene que hacer lo que deba.

2 comentarios:

  1. el fin del mundo? novela?
    d'oh! la novela que yo estoy escribiendo tambien se titula asi! y ya esta casi acabada xDDD

    ResponderEliminar
  2. Hola, te invito impunemente a conocer DIARIO 2011. No te vas a arrepentir :

    http://diario2011.blogspot.com

    Saludos !

    ResponderEliminar